sábado, 24 de febrero de 2007

Augusto Ortiz de Zevalos, editorial sobre la Costa Verde

La frase de la semana en el SOMOS de el Comercio
"ASI COMO EL INC DEBE DEFENDER MONUMENTOS, LA AUTORIDAD DEL PROYECTO DE LA COSTA VERDE (APCV) DEBE DEFENDER PLAYAS, NO PONERLAS EN VENTA"


No era suficiente con que las playas en Barranco ya no existan y que sus estacionamientos, construidos con dinero público como vía pública, sean para los restaurantes y negocios que se siguen edificando (el último parece un anticuario bamba).

No era importante que sobre este tema editorializaran los diarios más importantes, reclamando cambios, e hicieran lo mismo los programas televisados de opinión. No ha interesado que periodistas como Lauer se pregunten sobre si la misión municipal es alentar negocios, que Eloy Jáuregui la llame Costra Verde y que varios caricaturistas retraten este desastre como tal. Tampoco importa que al ex alcalde-candidato de Barranco que hizo de esto su bandera lo derrotasen plebiscitariamente. Menos importa que los colegios de Arquitectos e Ingenieros del Perú, la Contraloría y la Marina, y una comisión del Parlamento Nacional, a quienes compete opinar y pronunciarse, describan lo actuado como un despropósito, y tampoco interesa que a los limeños y visitantes nos dé vergüenza e indignación ir a esa playa sucia en vías de extinción y donde no hay malecones, papeleras, árboles, iluminación, paraderos, servicios. Casi tampoco arena.

Bañistas sí, pero no importan.
Será peor. Sin debate ni información pública, la Municipalidad de Lima acaba de aprobar que esa playa y esa costa, antes verde aunque sea de nombre, sea ahora un inmenso e infinito lote para construir, a modo de un chorizo infinito, edificios más altos, que haya más negocios y ya no sea verde nunca más, salvo macetas o pintura.

Algo que eufemísticamente se llama 'nueva visión urbanística' se ha aprobado por ordenanza y El Peruano la publica por capítulos. Allí (sin que legalmente se pueda ni se deba) se altera el ya recusable plan anterior (que tenía base de ley -fujimorista- pero ley) y en sus dibujos ahora se suprime las mayoritarias superficies de acantilado que antes se llamaba zona paisajística, allí donde la costa hubiera podido y debido ser verde. Alguna vez lo fue. Los chorrillos le dieron el nombre a Chorrillos, y el caserío pescador sobre el barranco verde mereció llamarse Barranco.

La 'visión' está redactada para que a partir de ahora solamente haya ese kilométrico chorizo de zonas edificables de variable naturaleza con el simpático nombrecito ZT-1 y ZT-2 o el de 'servicios', donde todo vale, más o menos, trámite y gestión de por medio. El recurso, es decir, que se va correr la pista para afuera, aunque físicamente no haya sitio y no se prevea los espigones indispensables, cambio con lo cual todo lo de adentro de la pista pasa a ser lotes edificables, y con más altura. Playa cero. Edificios, todos. Negocios. Una costa tipo avenida de la Marina.

Quien esto escribe, como se acuerda el lector, hace año y medio, con sostenidas campañas de Perú.21, denunció este triste proceso que fue largamente debatido y mayoritariamente objetado. Entonces, yo era un inútil regidor independiente invitado, hoy no felizmente. Pero hace tres décadas que opino sobre la ciudad y nunca lo hice para serle funcional a ningún partido y, por tanto, lo seguiré haciendo mientras interese.

Varios pudieron tener la ingenuidad de creer que esta revisión anunciada por el alcalde era una silenciosa victoria para todos los que pedimos un elemental respeto a esta ciudad y a su paisaje, que debe renovarse sin desaparecer.

Sería un correctivo tardío a la penosa negligencia con la cual la autoridad metropolitana de la Costa Verde, cuyo titular legal es el alcalde Metropolitano y su representante nunca está, había confundido su tarea con la de mero convalidador de los afanes de un alcalde distrital codicioso y apurado, cuando no la de publicista (ver abundante folletería) para maximizar negocios privados en suelo público, sin hacer ni exigir lo que estipulan la ley y los planos del llamado Plan Maestro (donde están dibujados los espigones indispensables para ganar playa y poder concesionar).

LA LEY CONTRADICHA
Esto iba a cambiar y ahora sí las playas serían priorizadas, se dijo. Habría sido lo ajustado a ley, pues ella dice: "La franja del litoral metropolitano, incluido el mar, denominada Costa Verde, es un ámbito geográfico destinado al cumplimiento de un rol social en la ciudad capital a través de la función de recreación metropolitana". Asimismo, que "la Costa Verde constituye patrimonio colectivo . dentro del objetivo primordial de promover. mejores niveles de vida. recreación, deporte, sano esparcimiento.".
Por tanto, el reglamento de la ley que rige la Costa Verde y crea su Autoridad la define como "un ente normativo y fiscalizador de mayor nivel", y en ese entendimiento de su misión le manda, "con el apoyo de la fuerza pública y previas las verificaciones del caso, erradicar a los infractores en el término de las 24 horas de presentada la respectiva denuncia para restituir el uso público de las playas, de conformidad con el reglamento de la Ley 26306".

Y es que la ley define a la autoridad de la Costa Verde no como un negociante de lotes sino como responsable de tener planes actualizados y, también, como un vigilante que debe tutelar ese patrimonio colectivo dedicado a la recreación pública y al bienestar ciudadano que toda ciudad de litoral, menos Lima, tiene. Así como el INC debe defender monumentos, esta autoridad debe defender playas, no ponerlas en venta. Y establece categóricamente que hay "la franja intangible de 50 metros a partir de la línea de máxima marea, con las excepciones legales y reglamentarias vigentes." (que se refieren a cerros, como en Punta Hermosa, y nunca a playas continuas).

Penosamente, y con el consentimiento de la Autoridad tutelar como se sabe, esos 50 metros en Barranco miden 3. Y para ello se cuenta cuentos sobre cómo nunca hubo 50 metros en la Costa Verde. Entonces, la noción de franja intangible que la norma prescribe literalmente ya no vale allí donde está prescrita, en un castellano incontestable. El Perú es el Perú y hay abogados y trámites para todo. Lo verde puede ser rojo (esta vez será color cemento y, seguramente, amarillo) y los 50 metros pueden medir 3 en Barranco, lugar que, como ironiza Eloy Jáuregui, ya es para los regios y no para los cholos.
A quién acudir, si la autoridad no quiere serlo, si el que debe tutelar vende, si la ley no se cumple y si inventos jurídicos como aprobar 'visiones' (por qué no, alucinaciones) salen en El Peruano sin debate previo, ni información, ni prensa autorizada a entrar a regular un bien de todos, zurrándose en lo que piensan, dicen y votan todos. Y ese sentirse dueños de la verdad y de los patrimonios se ve en esta ordenanza que llueve sobre mojado pero no tiene desperdicio en su autocomplacencia. Dice de sí misma: "Que transformará a la Costa Verde en parte de la ciudad de Lima. posicionando (sic) internacionalmente a Lima. potenciando su mar.". Y ya toma posición en un tema judicializado al decir que nos ofrecerá estas maravillas "respetando los derechos existentes.", con lo cual los abusos construidos, los acordados, y vaya uno a adivinar qué más, se quedan allí donde están, lo que añade inviabilidad a sus coloridos dibujitos.

Ofrece, finalmente, "un modelo de gestión y comunicación en el marco de la normatividad vigente que permita lograr una real participación público-privada con beneficio para todos". Floro y cojudeo del mejor, es decir, del peor.

JACULATORIAS FINALES

− Doña Meche Cabanillas, presidenta del Congreso, aliente usted una ley donde la bahía sea el espacio a gestionar, incluyendo el Callao, y ya no sean hambrientos cacicazgos distritales.

− Doña Beatriz Merino, defensora del Pueblo, retome usted este tema.

− Y no se baje de él, pues los ciudadanos, el pueblo, son los dueños de esa playa.

− Don Max Hernández, lleve la demolición de La Herradura al Acuerdo Nacional.

− Don Jorge del Castillo, premier y ex alcalde, explíquele a su sucesor nociones sobre espacio público y bienes privados.

− Don Alan García, presidente del Perú, invite a su vecino a pensar en qué es un patrimonio colectivo.

Entretanto, hay que esperar más bombardas en El Peruano y un reglamento lleno de dibujitos dentro de 120 días.

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