AUGUSTO ORTIZ DE ZEVALLOS
Arquitecto y urbanista
Hoy la Costa Verde no puede ser más deprimente: un largo estacionamiento alambrado sin malecones ni árboles ni papeleras ni paraderos ni escaleras ni seguridad. Un domingo no hay sitio para llegar e irse, tampoco transporte organizado y el poco estacionamiento que había ahora es de los negocios que se siguen construyendo y que ganan dinero sin devolver lo recibido, pues la ciudad puso las vías, la historia, las playas, las infraestructuras y el paisaje.
La autoridad no quiere serlo, pese a que por ley administra y tutela un patrimonio metropolitano. Y pese a que es el propio alcalde metropolitano el titular de esa responsabilidad incumplida.
No se tiene un plan que establezca lo indispensable. Hay, con nombre de plan, una imprecisa lotización y zonificación. Pero sí se tiene leguleyos y amparos para argumentar que la ley allí no vale y donde dice 50 metros intangibles de uso público irrestricto se pueden aceptar tres. No hay, pues, plan, aunque se soslaya que lo están recalentando sin que nadie lo conozca. Ni iniciativas ni respuestas ni convocatoria. La autoridad es una caja negra. Se sigue usando el llamado Plan de los 90, en nuestra peor crisis económica.
Entonces se convalidó absurdos urbanos como implantar el estadio Monumental sin evacuación y solución de accesos. Y también se confundió un lugar tan emblemático de Lima como La Herradura y el Morro Solar con macrolotes urbanizables, sin paisajismo. Ya están allí las grúas. Véanlos antes de que se acaben. El abuso es flagrante, la autoridad ausente, la experiencia triste.-
Debería y podría ser diferente. Un plan estratégico de sentido común comenzaría por algunas premisas. Que la bahía (como las corrientes, las basuras, las descargas de los desagües, la salubridad, el ambiente - ambiente - ) va del Morro Solar a La Punta y entonces la gestión debe responder a esa realidad geográfica y no ser esta atomización de distritos con alcaldes sedientos de recursos inmediatos.
Hay ciertamente que ganar playa, lo que hoy en el mundo se estudia rápidamente y se diseña sin misterios, en base a satélites, para no repetir la burrada de empedrar La Herradura para irse a bañar a los desagües de La Chira. Sí, entonces, puede haber un plan de verdad, con reglas, con medidas, con habilitaciones urbanas, con transparencia y no como favores. Si la autoridad no quiere serlo, que se deje ayudar. Pero el plan debe ser entendido para favorecer a la ciudad y no con el objetivo de maximizar el negocio de ciertos lotes. Lo que se ha hecho descalifica a quienes lo han patrocinado. La ciudad espera otro presente y otro futuro para su espacio más importante, el litoral.
Arquitecto y urbanista
Hoy la Costa Verde no puede ser más deprimente: un largo estacionamiento alambrado sin malecones ni árboles ni papeleras ni paraderos ni escaleras ni seguridad. Un domingo no hay sitio para llegar e irse, tampoco transporte organizado y el poco estacionamiento que había ahora es de los negocios que se siguen construyendo y que ganan dinero sin devolver lo recibido, pues la ciudad puso las vías, la historia, las playas, las infraestructuras y el paisaje.
La autoridad no quiere serlo, pese a que por ley administra y tutela un patrimonio metropolitano. Y pese a que es el propio alcalde metropolitano el titular de esa responsabilidad incumplida.
No se tiene un plan que establezca lo indispensable. Hay, con nombre de plan, una imprecisa lotización y zonificación. Pero sí se tiene leguleyos y amparos para argumentar que la ley allí no vale y donde dice 50 metros intangibles de uso público irrestricto se pueden aceptar tres. No hay, pues, plan, aunque se soslaya que lo están recalentando sin que nadie lo conozca. Ni iniciativas ni respuestas ni convocatoria. La autoridad es una caja negra. Se sigue usando el llamado Plan de los 90, en nuestra peor crisis económica.
Entonces se convalidó absurdos urbanos como implantar el estadio Monumental sin evacuación y solución de accesos. Y también se confundió un lugar tan emblemático de Lima como La Herradura y el Morro Solar con macrolotes urbanizables, sin paisajismo. Ya están allí las grúas. Véanlos antes de que se acaben. El abuso es flagrante, la autoridad ausente, la experiencia triste.-
Debería y podría ser diferente. Un plan estratégico de sentido común comenzaría por algunas premisas. Que la bahía (como las corrientes, las basuras, las descargas de los desagües, la salubridad, el ambiente - ambiente - ) va del Morro Solar a La Punta y entonces la gestión debe responder a esa realidad geográfica y no ser esta atomización de distritos con alcaldes sedientos de recursos inmediatos.
Hay ciertamente que ganar playa, lo que hoy en el mundo se estudia rápidamente y se diseña sin misterios, en base a satélites, para no repetir la burrada de empedrar La Herradura para irse a bañar a los desagües de La Chira. Sí, entonces, puede haber un plan de verdad, con reglas, con medidas, con habilitaciones urbanas, con transparencia y no como favores. Si la autoridad no quiere serlo, que se deje ayudar. Pero el plan debe ser entendido para favorecer a la ciudad y no con el objetivo de maximizar el negocio de ciertos lotes. Lo que se ha hecho descalifica a quienes lo han patrocinado. La ciudad espera otro presente y otro futuro para su espacio más importante, el litoral.
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